El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo a los demás; equidistantes entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso los verdaderos artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar, y sin han de tomar un partido en este mundo, este sólo puede ser el de una sociedad en la que según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual.
Albert Camus
Fragmento del discurso que pronunció al recibir el Premio Nóbel de Literatura en Estocolmo en 1958
Albert Camus, "La misión del escritor", en Antología de visionarios implacables, Buenos Aires, Mutantia, pp.20-23
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