Thursday, August 28, 2008

Mario Monteverde y su militancia junto a Raúl Alfonsín, en la voz de Federico Storani


Publico este artículo como merecido homenaje
a mi querido amigo y maestro,
el periodista Mario Roberto Monteverde,
hombre de profundas convicciones,
rigor y honestidad,
que puso en juego su carrera por su militancia;
a un año de su desaparición física.



Palabras de FEDERICO STORANI
publicadas en septiembre de 1976 en el periódico "En Lucha"
(fragmento)


Ricardo Cornaglia le contaba que habían cerrado Inédito, la revista de Alfonsín. Mario Monteverde, el jefe de redacción, le hizo un reportaje a Agustín Tosco no bien salió de la cárcel, donde el cordobés proclamaba a los cuatro vientos que iba a seguir luchando. Los de la revista temían por las consecuencias: se rumoreaba que además iban a meter preso a Monteverde.


Esa noche, una barra grande de radicales se encontró con Alfonsín en un bar de Moreno y Entre Ríos y, desde ahí caminaron hasta el departamento de Policía. Ahí los esperaban Karakachoff y Cornaglia. Alfonsín estaba serio, engominado, con traje gris topo, pañuelo blanco en el bolsillo del saco y la corbata metida adentro del pantalón. Con pasos muy resueltos cruzó entre los guardias de infantería. Al cabo de un par de horas salió más distendido.


-Bueno, a Mario no lo van a detener, en eso yo me puse firme; dentro de todo se pudo negociar algo. Lo que dicen es que secuestran la edición, no que cierran la revista...
Alfonsín los invitó a seguir conversando al estudio de un arquitecto amigo en la esquina de Pueyrredón y Santa Fe. Como ya estaban distendidos, la charla giraba en especulaciones sobre el futuro de Onganía y, por supuesto, de Inédito. Cornaglia habló con confianza:


-Mire, Raúl, ellos quieren provocar la autocensura. Saben manejar las cosas: primero represión, después lo dejan actuar solo pero con miedo, ¿no? Lo que digo es que no hay que aceptar la amenaza y si la volvieran a cerrar, hay que sacarla clandestinamente.
La cara de Alfonsín, que ya estaba marcada por las ojeras de la madrugada, empeoró:


-Vea, nosotros no vamos a caer en lo que hacen esos grupos sin historia, que no tienen una verdadera vocación democrática. Por favor, no volemos.


Alfonsín les dijo que se iba a presentar ante la Justicia, a la Sociedad Interamericana de Prensa, y Cornaglia y Karakachoff entendieron que no era el momento ni el lugar para proponer esas cosas. Al mes siguiente, como siempre, Alfonsín escribió la editorial:


...Inédito -el lector lo sabe- tiene una línea definida en la política argentina: democracia integral, Estado justo, promoción del cambio, nacionalismo defensivo, desarrollo por vías no capitalistas, son los parámetros de su prédica modesta y difícil. Fácil es suponer entonces cuán distante se halla de un régimen que liquidó la democracia, ampara la injusticia, sirve al privilegio, conduce al atraso y a extranjerizar el país.¨


Pero también a Inédito le ocurre lo que a cada habitante de la República. En el episodio del secuestro de su número setenta y uno no le irrita la arbitrariedad, supuesto indispensable de todo régimen autoritario. Le ofende y humilla, en cambio, la grotesca teoría que sobre el desenvolvimiento de la prensa sostiene y hace pública el gobierno a través de sendas manifestaciones del ministro del Interior y del titular del Poder Ejecutivo... (esta opinión se vio) al tomar estado público los conceptos vertidos por el general Onganía en una entrevista concedida al ex presidente de la SIP, John O´Rourke. En efecto, según el diálogo aparecido en distintas publicaciones, no deja lugar a dudas acerca de su concepción sobre las relaciones de la prensa y el gobierno.¨


Sostuvo: ¨Las revistas clausuradas son subversivas. Y nada más que subversivas. No publican lo que es cierto. Estas revistas perturban a mi gobierno. De hecho toda cosa que perturbe la estabilidad gubernamental es subversiva. Si no beneficia a mi gobierno, entonces beneficia a los comunistas (...) Los oficiales del Ejército, desgraciadamente, dedican mucho tiempo a leer tales publicaciones, no entiendo cómo la SIP las acepta. (...) Sigo sin entender la actitud de la SIP a favor de las revistas que perjudican a mi gobierno. Y que favorecen al comunismo.¨


Al final, el editorial hablaba de la existencia de otra Argentina:


Por el otro lado está el país de veras. El que por encima de toda falsedad muestra su fuerza, su miedo y su ira. El que no aguanta más. El de los que luchan. El que resiste. El que triunfará. Nuestro país. Para servirlo, salió Inédito. Por sobrevivir, no lo traicionará.


Cortesía de http://lacantera.blogia.com/2004/080602-el-ruso-karakachoff-1939-1976-semblanza-de-un-militante.php