No hay progreso, pero todo cambia, y en el corto lapso de una vida no se puede volver a las calles de la niñez: uno se pierde un un laberinto de calles nuevas, desconocidas, sin recuerdos. Las calles, las casas, los lugares que formaron una parte inseparable de mi vida, han sido tan fugaces como los momentos que en ella pasé, tan inasibles como los años; ya no existen en el espacio real, visible, sino tan sólo en la frágil trama de mis recuerdos.
Juan José Sebreli
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