Hombre que vaina, se murió el Tío Ernesto. Ernesto Rodríguez era hermano de mi abuela materna. Por ires y venires de la vida, fui muy cercano a este gran personaje. Desde muy joven se vino del campo a frentear a la capital. Ello forjó a una persona muy, pero muy particular. El Viejo era alto y flaco, lampiño y nunca utilizó corbata.
Durante muchos años tomó aguardientico y cerveza en cantidades industriales. Le tenía un pavor horrible al cáncer, pues su abuela, su mamá y dos de sus hermanas (Mi Tia Aleja y mi Madre -mi abuela-) habían muerto de esa espantosa enfermedad. En mi recuerdo, él y
la Tía Aleja están fijos como unas de las personas más alegres que yo hubiese conocido en mi vida. Las canciones de Buitrago siempre me recuerdan al vinito con galletas de mi Tía Aleja (El Ronde Vinola) y a las cervezas con aguardiente de mi Tío Ernesto.
Ellos fueron víctimas del sistema de seguridad social en Colombia. Un buen día hace muchos años, la Tía Aleja se empezó a quejar que le dolía el “cuadril”, después de varias revisiones y varios conceptos, los médicos determinaron que tenía cáncer. Conocedores del pavor que le tenía a la enfermedad, además de lo avanzada de la enfermedad, sus familiares tomamos la decisión de no contarle y dejarle vivir en paz sus últimos tiempos de existencia. Hasta el día en que durante un fuerte dolor en la noche, en el Hospital San José, la tía se quejó y se quejó, llamó múltiples veces a la enfermera. Quien furibunda respondió a su solicitud diciéndole “Cómo no le va a doler si usted tiene cáncer vieja pendeja! Al corto tiempo murió la Tía aleja, especulo que de más de Pena Moral que por su mal.
El Tío Ernesto sufrió también de Cáncer muchísimos años y lo tuvo relativamente a ralla (lo que le permitió vivir como unos 10 años). Además de miles de negocios y rebusques trabajó puliendo mármol y granito en varias empresas, y desde que lo conocí estaba en el plan del Coronel de las obras de García Márquez, esperando una pensión que nunca llegó.
Un día le pregunte al viejo: -“Tío cómo prefiere usted las mujeres?....”- , el viejo empuño la cerveza, se empujó un sorbo y muy rápidamente respondió: -“…lo importante es que respiren”…- Que vaina, se murió el viejo!.
En fin, la muerte se acerca cada día más y su llegada es inexorable….